martes, 5 de abril de 2016

QUE HACER FRENTE A UNA AGRESIÓN PSICOLÓGICA???....APRENDE A SALOR DE ELLA!...


agresion

A menudo, suele asociarse la palabra “agresión” directamente con la violencia física, la cual se lleva a cabo mediante golpes y tiene como consecuencias heridas u otro tipo de lesiones. Sin embargo, existe otra clase de ataque, cuyos efectos pueden ser más dañinos y duraderos, pero menos evidentes. Estamos hablando de la agresión psicológica, que va en aumento y afecta silenciosamente a muchas personas.



¿Qué es una agresión psicológica?

Tal cual se hizo referencia en la introducción, la agresión psicológica no se manifiesta de forma física, hecho que la hace difícil de identificar y demostrar. Se trata básicamente de violencia expresada, generalmente, de manera verbal, que puede ser de una persona a otra, de un grupo a un individuo o de un grupo a otro.

En ocasiones, puede extenderse más allá de lo verbal y abarcar en general el trato entre individuos. Suele ser común en diversos ámbitos sociales como el doméstico, laboral y escolar.

Los especialistas consideran a la violencia psicológica una de las peores, ya que va dirigida directamente a la psique y al mundo emocional del individuo. El efecto suele ser mucho mayor al de un golpe; esto se debe a que va direccionado a aquellos aspectos en los

que la persona se siente insegura, por lo que puede sentirse muy indefensa y débil frente al agresor.

Previamente se mencionó que la identificación de estas agresiones es muy confusa; se podría decir que, en cierta medida, son “invisibles”. Esta característica producirá que sus efectos sean más duraderos y dolorosos.

Los principales ejemplos de este tipo de maltrato son la amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación o aislamiento.

Se ha observado que también incluye culpabilización, vigilancia constante, exigencia de obediencia o sumisión, restricción verbal, persecución, insulto, indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización y explotación.

¿Cómo detectarla?

Existen varios indicadores que pueden facilitar la detección de este problema. En diversas ocasiones, la víctima suele comportarse de la siguiente manera:

– Mantiene una relación con su agresor, al que agradece intensamente sus pequeñas amabilidades.

– Niega que haya violencia contra ella y, si la admite, la justifica.

– Niega que sienta ira o malestar hacia el agresor.

– Está siempre dispuesta para tener contento al agresor e intenta averiguar lo que piensa y desea. Así llega a identificarse con él.

– Cree que las personas que desean ayudarla están equivocadas y que su agresor tiene la razón.

-Siente que el agresor la protege.

-Le resulta difícil abandonar al agresor aún después de tener el camino libre.

 – Tiene miedo a que el agresor regrese por ella aun cuando esté muerto o en la cárcel.


Consecuencias

Los efectos serán más graves conforme el tiempo en el que la agresión se mantenga sea mayor. La víctima empieza a sentirse muy mal consigo misma, experimenta altos niveles de estrés, siente una gran apatía e impotencia ya que no sabe qué hacer con respecto a su situación. Es posible que lleguen a percibirse como un objeto, ya que sus derechos son frecuentemente vulnerados con suma facilidad.

Las víctimas de agresión psicológica experimentan altos niveles de angustia que irán acompañados de pensamientos suicidas y pérdida de la capacidad para disfrutar de la vida. La consecuencia directa de estos síntomas serán el posible inicio de depresión, trastornos de ansiedad y conductas suicidas.

Además, hay que considerar la posibilidad del desarrollo de adicción a los sedantes como un intento de escape a los maltratos y a toda la sintomatología que ha surgido como consecuencia de ellos.

Es importante mencionar que los efectos de todo lo referido anteriormente van a disminuir la autoestima de la persona, lo que a su vez afectará otras áreas de su vida.

En el caso específico de abuso psicológico en el hogar, los hijos tendrán altas posibilidades de desarrollar personalidades maltratadoras en contextos como la escuela, familia y centro laboral.

¿Qué hacer frente a la agresión psicológica?

Lo más importante será lograr que la víctima salga del aislamiento y negación en la que está inmersa. Esto puede ser facilitado por la familia y amigos de la persona, es decir, su círculo de soporte social. Esta intervención es necesaria, ya que es complicado que el afectado tome acciones por sí mismo. En el caso de que exista algún pedido de ayuda de la víctima, es de suma importancia no minimizar los maltratos descritos y buscar asesoramiento tanto psicológico como legal.

Las víctimas de violencia padecen el llamado “círculo de la violencia” que incluye tres etapas: la primera en la que se da la acumulación de

tensión, la segunda en la que ocurre el estallido, y una tercera que es como una luna de miel. Es en esta última en la que el victimario despliega sus estrategias planteando arrepentimiento y promesas de cambio, en ese instante puede suceder que la víctima defienda al agresor.

El agresor no va a cambiar, por lo tanto la víctima seguirá sufriendo sus agresiones. La víctima de violencia, muchas veces no puede reconocer esta situación o confía en que logrará que la persona cambie. Desde esta lógica, se resalta el papel del “testigo”, quien tiene el potencial de ser un importante apoyo.

Se recomienda que el que sufre el maltrato no confronte directamente al agresor, esta conducta solo activará nuevamente el maltrato. Otra estrategia útil es mantenerse firme en sus posturas y dialogar francamente; si se observa que el atacante se niega, es mejor dejar la conversación para evitar enfrentamientos.

En ocasiones es ventajoso ignorar los ataques en un inicio, se trata de aplicar una especie de “tiempo fuera”; al hacerlo se envía el mensaje de que una actitud violenta no generará respuesta y se invita al otro a cambiar su forma de aproximarse a nosotros.

Si se desea encarar la situación, lo más recomendable es utilizar la comunicación asertiva. Aquí estamos hablando de hacer respetar los derechos propios, pero teniendo en cuenta los del otro. El tono de voz debe ser modulado, manteniendo la mirada firme y una postura erguida; así, se dará más firmeza al mensaje sin la necesidad de ser agresivo.

Del mismo modo, otra acción que puede llevarse a cabo (que tiene mucha relación con la asertividad) es hacerle una “observación” a la “conducta” del agresor. Se enfatiza la palabra conducta, ya que muchas veces se tienda a calificar a las personas y no a sus comportamientos, lo que puede provocar una reacción desproporcionada, ya que esta situación solo logrará ingresar en la llamada “escalada simétrica”, que consiste en repartirse ataques cada vez con mayor intensidad.

Finalmente, no hablar en tono confidente resultará útil debido a que el agresor verá sus opciones de ataque reducidas y se encontrará imposibilitado de cualquier tentativa de manipulación.



Fuente:http://www.revistabiendesalud.com/

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