jueves, 19 de mayo de 2016

CUANDO LA MENTE ENFERMA AL CUERPO!!.....lo sabías!!...


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Lucía es madre de familia, tiene dos hijos en edad escolar; labora duro de lunes a viernes ya que el sueldo de su esposo no es suficiente para solventar todos los gastos que tienen que afrontar. Habitualmente labora horas extra para poder aportar un poco más de dinero a su hogar. Hace un año le informaron que su madre está atravesando por una terrible enfermedad que va avanzando poco a poco; por este motivo, se turna con sus dos hermanas para cuidarla por las noches y así darle una mejor calidad de vida.



En los últimos dos años ha estado experimentando diversos dolores en la cabeza, la espalda y el estómago. Además, presenta problemas en su funcionamiento gastrointestinal, como diarreas y nauseas. Por último, en los meses recientes reporta a su doctor la presencia de mareos. Después de diversos exámenes físicos se ha llegado a la conclusión que no tiene ningún problema o daño en las zonas donde señala las molestias. Todo esto la tiene muy triste, ya que no está inventando las molestias que experimenta y las mismas están afectando tanto su rendimiento social como su vida matrimonial.

Si los exámenes dicen que no existe ningún problema físico, ¿qué es lo que podría estar sucediendo? Estamos frente a un caso de un cuadro clínico llamado “Trastorno por Somatización”. Quien padece de esta condición acusa una preocupación constante por síntomas físicos o somáticos a lo largo de años, incluso cuando no existe algún diagnóstico no psiquiátrico que explique la causa de los mismos; estas molestias pueden causar angustia o incapacitar a la persona para funcionar normalmente.

Hay que tener en cuenta que los problemas reportados no están siendo fingidos, quien los reporta realmente los está experimentando. Sin embargo, a pesar de ser un problema médico, el trastorno por somatización está relacionado con el funcionamiento cerebral o la regulación emocional de la persona, lo que significa que la parte del cuerpo señalada por la persona no está afectada en realidad. Por lo general, estos malestares empiezan antes de los 30 años, habiéndose reportado incluso casos en adolescentes.

Es importante considerar que dentro del malestar experimentado, la persona podría tener las siguientes características o comportamientos asociados:

Describir sus síntomas en términos dramáticos y emocionales.
Buscar la ayuda de más de un médico al mismo tiempo.
Utilizar términos imprecisos para describir sus molestias.
Carecer de signos específicos que describan una enfermedad.
Considerar que los exámenes médicos no ofrecen una ayuda real.
Debido a los problemas anteriormente mencionados, es probable que quien esté afectado por este trastorno empiece a experimentar ansiedad e incluso depresión. Esto se debe a que pueden surgir sentimientos de inutilidad y una sensación de inadecuación con respecto a las situaciones tensas de la vida. Lo mismo se puede decir de los familiares, quienes pueden empezar sentir gran malestar, ya que no pueden entender el porqué de la situación y las intervenciones médicas no dan los resultados esperados.

¿Cuáles son los principales síntomas?

De acuerdo a lo dicho previamente, se trata de diferentes molestias físicas que no pueden ser explicadas desde un punto de vista físico. Asimismo, estos pueden perdurar durante varios años y generar gran malestar en la vida de quien los sufre. Los distintos síntomas pueden incluir (deben estar presentes cada uno de los tipos de síntomas):

Síntomas de dolor (en cualquier parte del cuerpo):
–       Dolores de cabeza.

–       Dolor de espalda.

–       Dolor articular.

–       Dolor en el pecho.

–       Latidos cardiacos irregulares.

–       Dolor en brazos o en piernas.

–       Dolor en la vagina o en el pene durante las relaciones sexuales.

–       Dolor al orinar.

Síntomas gastrointestinales (cualquier afección, además de dolor, en el estómago o los intestinos):
–       Náuseas.

–       Distensión.

–       Vómitos.

–       Diarrea.

Síntomas sexuales (cualquier afección, además de dolor, en el sistema reproductor o sexual):
–       Incapacidad para mantener una erección (hombres).

–       Periodos irregulares (mujeres).

–       Sangrado menstrual excesivo (mujeres).

Síntomas pseudo-neurológicos:
–       Desequilibrio.

–       Parálisis.

–       Debilidad.

–       Dificultad para deglutir

–       Pérdida de la voz.

–       Incapacidad para controlar la necesidad de orinar.

–       Delirios o alucinaciones.

–       Pérdida del tacto.

–       Incapacidad para sentir dolor.

–       Amnesia (pérdida de la memoria).

–       Ceguera temporal.

–       Sordera temporal.

–       Convulsiones.

Causas:

Se desconoce la causa exacta del trastorno de somatización. Sin embargo, se cree que el origen puede estar en factores mentales y emocionales. Ante situaciones estresantes o difíciles los síntomas pueden hacerse más fuertes o aumentar, esto se debe a que no se poseen formas adecuadas de manejo para las mismas.

Por otro lado, hay quienes mencionan que existen causas genéticas para esta condición, es decir, sería algo hereditario. En casos más extremos, se puede encontrar situaciones de trauma en la infancia como maltratos, abuso sexual y abandono por parte de los padres. Asimismo, diversas carencias afectivas en la infancia, así como modelos de enfermedad inadecuada en los progenitores (como enfermar frecuentemente para buscar excusarse de las obligaciones) pueden intervenir en el origen de este tipo de problemas.

Desde una perspectiva familiar, se puede argumentar que existe la posibilidad de que la persona, con todo el malestar experimentado, logre cohesionar a la familia alrededor suyo y así olvidar otras dificultades existentes dentro de la misma. Esta búsqueda de refugio podría replicarse en diferentes momentos de la vida.

Tratamiento

El tratamiento debe buscar ayudar al sujeto a llevar de manera eficaz los síntomas, poder manejar mejor las situaciones estresantes, y el funcionamiento en la sociedad. Para este fin, una psicoterapia puede resultar bastante útil, ya que podrá brindar a la persona estrategias de afrontamiento más eficientes que las habituales.

Algún medicamento recetado por un psiquiatra podría ser útil para brindar cierto alivio contra los síntomas físicos, así como en el caso que se haya desarrollado algún otro problema de salud mental como ansiedad o depresión.

El examen físico riguroso es importante para descartar cualquier origen orgánico de las molestias, es posible que en algún momento sí pueda existir una molestia real que debe ser atendida.

El médico tratante debe ser un facilitador para que las personas que tienen este problema puedan acudir al especialista más indicado, ya que muchas veces existe cierta estigmatización para las personas que acuden a un psiquiatra y/o psicólogo; esta manera de pensar puede generar resistencias para buscar a este tipo de profesionales.


Fuente:http://www.revistabiendesalud.com/

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